Capítulo 18: Olas que caen

El patio principal estaba lleno de cadáveres y la sangre formaba pequeños ríos que fluían lentamente hacia una zanja. Los asesinos estaban contando cuerpos cuando un hombre alto, vestido de negro, sujetó a Xiahou Lian por el cuello mientras se acercaba y lo arrojó sin piedad en medio de la pila de cadáveres. Su ropa interior blanca se cubrió instantáneamente de carmesí, y un fuerte olor a sangre le inundó la boca y la nariz, provocándole náuseas. Xiahou Lian se levantó del suelo y, por el rabillo del ojo, vislumbró los cadáveres de Xie Bingfeng y la señora Xiao abrazados, con los rostros congelados en una expresión de miedo que rayaba en lo grotesco.

Los asesinos se reunieron alrededor y miraron fijamente a Xiahou Lian en el centro.

—Mahoraga, ¿qué ha pasado? —preguntó el tío Duan.

El Mahoraga se quitó la máscara, revelando un rostro frío y sombrío.

—Dejó ir a alguien.

El tío Duan miró a Xiahou Lian y preguntó:

—¿A quién dejó ir?

—No sé quién, le dio su ropa y su máscara a esa persona. El Kinnara y yo pensamos que era él, así que lo dejamos marchar. —El asesino que había estado jugando a la rayuela antes habló—. Kinnara, ¿no es así?

Qiu Ye no dijo nada, solo tocó la parte superior de la cabeza de Xiahou Lian.

Un asesino dijo fríamente:

—¡Xiahou Lian! ¿quién te prestó las agallas? ¡Realmente te atreviste a dejar ir una presa!

Otro asesino sonrió.

—Por supuesto que la Garuda. Este mocoso confía en que su madre es importante, ¿qué no se atreve a hacer? La última vez, ¡hasta le arrancó las plumas a todas mis gallinas!

Un asesino en la parte de atrás que había estado contando cuerpos dijo:

—Ya revisé. Habían ciento ocho personas en la Mansión Xie, y no falta ninguna.

Todos los asesinos se miraron entre sí. El Mahoraga preguntó:

—¿Has contado bien?

—Así es —respondió el asesino.

El asesino que había estado jugando a la rayuela antes dijo:

—Pero sí que vi salir a alguien con su ropa. Tío Duan, tu sable también estaba con esa persona.

El tío Duan no tenía tiempo de lamentarse por su sable corto.

—En mi opinión, ¿por qué no hacemos la vista gorda? El número de personas del cuaderno coincide, así que no importa. —Se giró hacia el Mahoraga y dijo—: No tiene sentido discutir con un niño.

—¿Niño? —El Mahoraga resopló—. Yo tenía doce años cuando me inicié en esto y empecé a matar gente. En aquel entonces, nadie me consideraba un niño. Además, el abad siempre ha sido imparcial e incorruptible. Si se entera, nos azotará a todos.

El tío Duan suspiró y se volvió hacia Xiahou Lian, regañándolo:

—Muchacho, dinos rápido, ¿a quién dejaste escapar exactamente? ¡Te quito la mirada por un segundo y ya me estás causando problemas!

Xiahou Lian dijo con voz ronca:

—Fue una pequeña señorita de la Mansión Xie.

El Mahoraga preguntó:

—¿Por qué el cuaderno no tiene su nombre?

Con medias verdades, Xiahou Lian explicó:

—Xie Bingfeng nunca la ha querido, y la última vez lo ofendió verbalmente. Por eso, Xie Bingfeng no la obligó a memorizar el memorial al trono. Es probable que su nombre tampoco esté en el registro de la Mansión Xie.

El Mahoraga siguió preguntando:

—¿A dónde fue?

—No lo sé.

El Mahoraga desenfundó una daga y, con la punta de la hoja, alzó el mentón de Xiahou Lian, obligándolo a mirarlo directamente a los ojos.

—No te andes con juegos, escupe lo que sabes.

Xiahou Lian se enfrentó a su espantosa mirada sin timidez.

Un destello de luz fría brilló en las yemas de los dedos de Qiu Ye, y una hoja tan fina como el ala de una cigarra se posó sobre la muñeca del Mahoraga. Con una sonrisa, dijo:

—Garan prohíbe la justicia propia.

El Mahoraga entornó los ojos y dijo:

—Kinnara, ¿intentas protegerlo?

Con calma, Qiu Ye presionó a Qiushui contra la muñeca del Mahoraga, obligándolo a bajar la daga, mientras la sonrisa en la comisura de su boca permanecía inalterada.

—Solo mantengo las normas del templo.

El Mahoraga no discutió más con Qiu Ye y guardó la daga de mala gana.

En Garan, además del abad, los cargos de las Ocho Legiones eran los más respetados, y entre esas legiones, aparte de la Garuda, las otras siete eran igualmente poderosas. Qiu Ye era famoso por su sable de punta de dedo, Qiushui, que era tan fino como un ala de cigarra y afilado en ambos extremos. Este giraba incesantemente en sus dedos, y nadie sabía cuántos maestros había asesinado. Pero Qiu Ye tenía una identidad aún más temible; era el castigador de Garan y estaba a cargo de todos los asesinos en el Salón Zhanni[1] de Garan. Cualquiera que traicionara a Garan moría bajo la hoja de Qiushui.

Sin embargo, el Mahoraga seguía siendo una de las Ocho Legiones, por lo que Qiu Ye también debía temerle un poco.

—¿Acaso conoces las regulaciones del templo? Como castigador, ¿sabes cuál es el castigo para Xiahou Lian por dejar escapar a una presa? —La mirada del Mahoraga se volvió siniestra mientras enunciaba—: Muerte sin piedad.

—Aunque haya que matarlo sin piedad, hay que entregarlo al abad para que se encargue de él, y luego yo ejecutaré el castigo —dijo Qiu Ye.

—Muy bien, ustedes dos, la máxima prioridad ahora es encontrar a esa pequeña señorita. —El tío Duan separó a los dos que estaban listos para pelear y le preguntó a Xiahou Lian—: ¿Cómo se llama?

Xiahou Lian dijo:

—Xie Jinglan, Jing como en tranquilo y Lan como en orquídea.[2]

—Este mocoso está mintiendo.

Una voz ronca y vieja sonó de repente, y un anciano apoyado en un bastón se acercó con lentitud. Xiahou Lian se giró y vio que era el anciano que era espía y que le había dado el pergamino de sable y el brebaje medicinal.

Se acabó, ya no podía engañar a esos tontos.

—La Mansión Xie solo tiene un Xie Jinglan, es un chico, y es el joven maestro al que sirvió. Este chico es de corazón blando, me temo que tiene sentimientos por ese pequeño Joven Maestro. —El anciano golpeó con su bastón el cráneo de Xiahou Lian y negó con la cabeza—. Ya te lo había dicho, no estás hecho para ser un asesino, mira, has causado problemas.

«Chismoso». Xiahou Lian apretó los puños.

—Ese mocoso es taimado y mentiroso. Si no le damos un escarmiento, no soltará prenda —gruñó un asesino en la parte de atrás.

—Garan prohíbe la justicia propia. Si hay algo que decir, puedes decirlo después de que regresemos al templo.

—¿Cómo podemos llamarlo justicia propia contigo como el castigador? Si no capturamos a la presa que escapó, no podré explicárselo al eunuco Wei, y esto arruinará la reputación de Garan. ¿Cómo podemos cargar con este pecado? Incluso si el abad estuviera aquí, seguramente usaría la tortura para interrogar sobre el paradero de la presa —dijo la persona con desdén—. ¿O acaso el señor Kinnara teme que cuando regrese la Garuda y descubra que torturaste a su hijo, te cause problemas?

El Mahoraga también se mofó:

—No te preocupes, Kinnara, ya han pasado tres meses sin noticias de Xiahou Pei, me temo que ya murió hace tiempo en las Regiones Occidentales.

—¡Tonterías! —Cuando Xiahou Lian escuchó esto, rugió con ojos rojos—. ¡Bah, ni aunque te comieran las hormigas mi madre moriría!

El tío Duan gritó severamente:

—¡Xiahou Lian! ¡Cállate!

Qiu Ye presionó la cabeza de Xiahou Lian para mantenerlo quieto y suspiró.

—Todos han acertado solo la mitad. No solo temo a la Garuda, también temo al abad.

El Mahoraga dijo con incertidumbre:

—¿Qué quieres decir?

Qiu Ye sonrió.

—¿Nunca se han preguntado quién es el padre de Xiahou Lian?

—Quieres decir… ¡¿Cómo es posible?!

Todos los asesinos se pusieron pálidos de miedo.

Qiu Ye soltó una risa baja y dijo con voz profunda pero clara:

—Así es, es Buda Shi Xin, nuestro abad.

El rostro de Xiahou Lian no mostró sorpresa ni alegría. Permaneció con el ceño fruncido, como si no quisiera escuchar el nombre del abad.

Alguien preguntó:

—¿Cómo es posible? ¿Por qué el abad y la Garuda tendrían un hijo juntos? ¿Y por qué durante todos estos años no le prestó atención a Xiahou Lian?

El tío Duan suspiró.

—El abad no lo haría, pero la Garuda sí. Hace diez años, el abad parecía bastante guapo…

Al decir esto, las expresiones de los asesinos se volvieron misteriosas y complicadas. Sin duda, esto era una vergüenza y un secreto que el abad había ocultado durante muchos años, por lo que nadie se atrevía a decir nada.

—No creo que el abad quiera reconocer a este mocoso como su hijo para nada —dijo el Mahoraga mientras jugueteaba con el puñal en su mano y se burlaba—. Todos, no olviden, Xiahou Lian también tiene un hermano gemelo. Se llama Chi Yan, y fue llevado por el abad tan pronto como nació. He oído que en estos años, el abad lo instaló en lo alto del Buda de Cara Negra y lo enseñó con dedicación. Ahora, ya ha aprendido las técnicas de sable de Garan extremadamente bien. Dado que ambos son hijos del abad, ¿por qué él no presta atención a este, pero dedica todo su esfuerzo para enseñar al otro?

Alguien sugirió:

—¿Podría ser que el abad y la Garuda ya lo hayan discutido y decidido que cada uno tomaría uno, y que no podrían interferir en el camino del otro?

¿Hermano? Xiahou Lian estaba muy sorprendido. Nunca había sabido que tenía un hermano, y alzó la mirada, deseando preguntarle a Qiu Ye. Sin embargo, al ver su expresión grave, se tragó sus palabras.

El Mahoraga comentó:

—Si el abad ni siquiera tiene intención de querer a este niño, supongo que ni le importará si nos deshacemos de él.

Todos los asesinos asintieron. Xiahou Pei era conocida por ser rebelde y hacer las cosas a su manera. Los asesinos de Garan o le guardaban rencor o simplemente no la soportaban, así que ahora que tenían la oportunidad perfecta de castigar a su hijo, nadie quería dejarla pasar.

Alguien preguntó de nuevo:

—Pero ¿qué pasa si Xiahou Pei regresa…?

El Mahoraga dijo fríamente:

—¿No dije antes que esa mujer ya había muerto hace tiempo en las…?

Antes de que pudiera terminar, un largo sable atravesó la tétrica noche, yendo directo a la cabeza del Mahoraga. Reaccionando con rapidez, este desenfundó su propia arma afilada y la blandió para interceptar el ataque. El largo sable giró en el aire antes de ser atrapado por una delgada mano.

Todos se voltearon. Una figura tan esbelta como una grulla emergió de la oscuridad, y sus mejillas tan radiantes y hermosas cual rosas se expusieron bajo la luz de la luna. Sus labios rojos eran como fuego, y las puntas de sus cejas, tan afiladas como sables, reflejaban determinación. Aunque su rostro estaba claramente lleno de intención asesina, era impresionantemente hermoso.

La comisura de su boca se curvó en una sonrisa muy provocativa.

—¿Quién dijo que morí en las Regiones Occidentales?

Los ojos de Xiahou Lian se iluminaron y dijo en voz alta:

—¡Mamá!

Todos miraron a Xiahou Pei, con expresiones de incredulidad. Había desaparecido en las Regiones Occidentales durante tres meses y había regresado con vida. Eso solo podía significar una cosa: el Chakravarti había muerto a sus manos. Las miradas se dirigieron entonces al bolso de piel de serpiente colgado junto a la cintura de Xiahou Pei. Era redondo y abultado, y su base estaba manchada de sangre. Sin duda alguna, contenía la cabeza del Chakravarti.

Al final, el Chakravarti, que había matado a tres asesinos de Garan seguidos, murió a manos de Xiahou Pei. Con este nivel de habilidad con el sable, nadie en Garan, aparte del abad, podía ser rival para ella. Había miedo en los ojos del Mahoraga, que retrocedió tranquilamente unos cuantos pasos.

—Ah, qué mala suerte, no me rompí ni brazos ni piernas y he regresado sana y salva. Lamento no haber cumplido el deseito que tanto anhelaban día y noche. —Xiahou Pei acercó a Xiahou Lian a su lado, y una sonrisa siniestra y burlona se dibujó en la comisura de sus labios.

Su sonrisa siempre había sido maliciosa, capaz de intimidar a cualquiera que la viera. El Mahoraga ocultó cautelosamente su miedo y dijo fríamente:

—Xiahou Pei, tu hijo dejó escapar secretamente a una joven de la Mansión Xie. ¡Aunque seas la primera en la clasificación de las Ocho Legiones, ni se te ocurra dejar esto impune!

El anciano que estaba encogido en la parte de atrás tosió.

—Es un pequeño joven maestro.

Xiahou Pei se encogió de hombros.

—¿Crees que soy una tortuga escondida en su caparazón como tú? Oye, ese Qiu Algo Ye, ¿cuáles son las reglas de Garan otra vez?

Qiu Ye dijo:

—Según las reglas, Xiahou Lian debería ser castigado con la muerte, pero espero que el abad le dé una salida.

Xiahou Pei miró a Xiahou Lian y le dijo:

—Hijo, dado que la dejaste ir, ya debes haberte decidido.

Xiahou Lian asintió.

—Me he decidido.

—¿Qué dices, vas a aceptar tu castigo obedientemente o vas a arriesgar tu vida resistiendo? Si eliges la primera opción, te llevaré de vuelta a la montaña. Si eliges la segunda, mataré a todos los presentes y nos escaparemos lejos.

Incluso Xiahou Lian se quedó atónito ante el espíritu heroico de Xiahou Pei. Sabía que su madre era genial, pero no esperaba que lo fuera hasta ese punto. ¿Podía matar ella sola a veinte asesinos de primera clase de Garan?

Cuando todos escucharon esto, estallaron de inmediato y señalaron a Xiahou Pei, regañándola:

—¡Xiahou Pei, hablas con mucha arrogancia! ¡Ni siquiera vamos a discutir si puedes matarnos o no, solo el Mediados de Julio en tu cuerpo es suficiente para matarte!

Xiahou Pei sonrió.

—Vivir feliz, sea el tiempo que sea, es lo que importa. ¿Por qué preocuparse tanto? ¿Qué dices, hijo?

Xiahou Lian dijo dubitativo:

—¿Realmente puedes vencerlos?

—Por supuesto que no, ¡pero mira qué mayor está nuestro Xiao Lian! Hasta tienes novia, ¿cómo se llamaba? Ah, sí, Xie Jinglan. ¿Y qué tal es? ¿A quién se parece? ¿A Liu Ji, tal vez?

Toda la cara de Xiahou Lian se sonrojó por la vergüenza.

—Madre, no digas tonterías.

Después de decir esto, no pudo evitar pensar: «¿Cómo se puede comparar a Xie Jinglan con Liu Ji y esas mujeres que solo sabían emplastarse de colorete y polvos?».

—Jajaja, está bien, escucha. Hijo, si quieres hacer algo, hazlo, pero debes estar preparado para enfrentar las consecuencias de tus decisiones. En resumen, la elección es tuya, y tu madre estará dispuesta a arriesgar su vida para acompañarte hasta el final. —Xiahou Pei abrazó a Xiahou Lian, desapareciendo la intención asesina de sus ojos y dejando al descubierto la brillante luz que los caracterizaba, como estrellas en la noche.

Su inquietud inicial se desvaneció por completo, y de repente Xiahou Lian sintió un valor inexplicable para enfrentarse a todo. Se limpió el polvo del rostro y respiró hondo.

Todos dieron un paso atrás, mientras los sables en sus manos se deslizaban ligeramente fuera de las vainas.

No eran nuevos en el oficio de asesinos, todos conocían bien la naturaleza lunática de Xiahou Pei. Ella siempre había operado en solitario, sin prestar ayuda ni rescate a otros. Los recién llegados al gremio admiraban su valentía, asegurando que tenía la determinación necesaria para la victoria absoluta. Sin embargo, bastaba conocerla un poco para darse cuenta de que su determinación no apuntaba a la victoria, sino a la muerte segura.

Mientras uno fuera un ser humano, valoraría su vida. Sin embargo, Xiahou Pei no temía a la muerte. Para ella, las vidas ajenas eran tan insignificantes como las de las hormigas, ¡y la suya propia era tan liviana como una pluma! Esta actitud la convirtió en la cuchilla más afilada de Garan.

Todos creían que si Xiahou Lian decidía arriesgar su vida y escapar lejos, Xiahou Pei definitivamente sacaría a Hengbo, cuya fama sacudía el mundo. Aunque no podría acabar con todos los asesinos, con su habilidad con el sable, aseguraría que algunos no vieran el sol del siguiente día.

Lunática, todos maldijeron con rabia en sus mentes, ¡Esta lunática!

Xiahou Lian habló:

—Acepto mi castigo, Madre, llévame de vuelta a la montaña.


[1] Lit. Salón de la Decapitación del Traidor.

[2] Dice 谢静兰, que es diferente del nombre real de Xie Jinglan (谢惊澜) y es más bien un nombre femenino.

Deja un comentario