Capítulo 16: Llegada del viento y la lluvia

Para obtener una porción de alegría, se necesitaban diez porciones de sufrimiento a cambio. Si ya se había obtenido una porción de alegría, entonces se necesitaba diez veces más sufrimiento como pago.

Xie Jinglan había entendido este principio hace mucho tiempo, pero no esperaba que los cielos fueran tan severos.

Se paró en la puerta del patio y vio a Xiahou Lian cargando un paquete de tela en la espalda, y a un hombre robusto de pie junto a él.

El hombre era imponente, con una cara ancha y piel morena. A pesar del frío, llevaba las mangas arremangadas, revelando los músculos firmes de sus manos. Se le notaba un poco desorientado, sin saber dónde colocar las manos y los pies, incluso más fuera de lugar que el Xiahou Lian que lo acompañaba. Miraba de un lado a otro hasta que vio a Xie Jinglan. Se giró y le preguntó a la tía Lan:

—¿Quién es este?

La tía Lan seguía llorando en secreto. Cuando vio que Xie Jinglan había regresado, se secó apresuradamente las lágrimas y se inclinó.

—Joven maestro, el padre de Xiao Lian ha venido a recogerlo.

El hombre sonrió alegremente.

—Así que este es el pequeño joven maestro.

Sacó de su bolsillo un paquete de caramelos de piñón envueltos en papel de aceite y se lo entregó a Xie Jinglan mientras decía:

—Te he molestado durante este periodo de tiempo. Soy el padre de Xiao Lian, y en su momento, lo vendí a la mansión porque me vi obligado. No había cosecha en casa, y mi mujer estaba criando a otro bebé. Afortunadamente, ahora estamos un poco mejor, así que me apresuré a comprar su libertad. Este niño tiene buena suerte, he oído que un funcionario ya compró su libertad, así que me lo llevaré ahora. Joven maestro, ¿tiene alguna otra instrucción?

Era evidente que las coartadas de él y Xiahou Lian no fueron acordadas. Sus excusas eran completamente diferentes y la expresión de Xiahou Lian delataba cierta vergüenza. Xie Jinglan ignoró al hombre por completo y solo le preguntó a Xiahou Lian:

—¿Te vas?

—Mn. Me voy.

El hombre, molesto, guardó de nuevo los dulces de piñones y se cruzó de brazos, esperando a que terminaran de parlotear.

—¿Llevas todo?

—Sí.

—Si quiero escribirte, ¿a dónde debería hacerlo?

Xiahou Lian miró al tío Duan. A este le dolía un poco la cabeza y murmuró para sí mismo: «Vaya mocoso tan exigente». Sonriendo para apaciguarlo, dijo:

—Sería complicado, no podemos recibir cartas en nuestro escondite.

Xie Jinglan ya había adivinado que este hombre no le permitiría seguir en contacto con Xiahou Lian, así que no puso las cosas difíciles y se limitó a decir:

—Si quieres escribirme, envíalo a la casa del funcionario Su, él se lo hará llegar al señor Dai.

—De acuerdo. Siempre y cuando no te disgusten mis feos caracteres.

—Ve, entonces. Cuídate mucho en el camino.

Xiahou Lian dudó un poco antes de decir:

—Uhm, Lian Xiang, ella…

—Ya he visto a su madre llevarse su cadáver con mis propios ojos, no tienes que preocuparte.

Al final, Xiahou Lian aún no le dijo a Xie Jinglan que Lian Xiang no estaba muerta. Después de todo, si decía que Lian Xiang estaba bien, definitivamente implicaría a Qiu Ye. Se quedó en silencio durante un rato antes de decir:

—Joven maestro, tú padre…

La mirada de Xiahou Lian osciló[f1] , y Xie Jinglan supo que algo estaba pasando de un vistazo. Dijo:

—Él y yo ya no tenemos nada que ver el uno con el otro, así que no necesitas decir nada más.

—Entiendo. —Xiahou Lian palmeó el hombro de Xie Jinglan y dijo—: Entonces me voy.

—Nos volveremos a encontrar.

—Nos volveremos a encontrar.

La tía Lan le metió unos bollos al vapor a Xiahou Lian en las manos y le dijo entre lágrimas:

—Xiao Lian, cuídate mucho.

—Tía, tú también tienes que cuidarte. No estés tan triste, no llores ni te lastimes. —Xiahou Lian tomó los bollos, sostuvo la mano del tío Duan, se dio la vuelta y se marchó.

Xie Jinglan y la tía Lan los acompañaron hasta la puerta lateral y observaron cómo se alejaban lentamente. Los dos, uno alto y otro bajo, uno con paso pesado y otro ligero, caminaron por el callejón. A lo lejos, un sol carmesí se ponía, y mientras Xiahou Lian se alejaba paso a paso, el sol poniente iluminaba su cuerpo, haciendo que su figura se volviera borrosa, como si en el siguiente momento fuera a desaparecer en el atardecer.

De repente, Xie Jinglan no pudo reprimir su miedo. ¿Él y Xiahou Lian no volverían a verse nunca más?

—¡Xiahou Lian!

Xie Jinglan se acercó corriendo de repente. Xiahou Lian lo oyó y acababa de darse la vuelta cuando fue abrazado por Xie Jinglan.

Su cuerpo tenía el olor limpio de la acacia de miel, y Xiahou Lian aspiró.

—No olvides lo que dije en el estudio anteayer. —Escuchó a Xie Jinglan, cuya cabeza estaba enterrada en su hombro, decir con voz amortiguada.

—No lo olvidaré. Lo recordaré en mi corazón.

—Te encontraré.

—Hmm, lo sé.

—Está bien, ya puedes irte.

—Nos volveremos a encontrar.

—Nos volveremos a encontrar.

Esta vez, se marchó de verdad. Xie Jinglan se apoyó en la pared y observó. Los ladrillos de piedra eran ásperos, y al tocarlos se lastimó un poco la mano. Xiahou Lian subió a un carro de bueyes al final del callejón y desapareció doblando la esquina.

Xiahou Lian no había abandonado Jinling. El tío Duan lo había instalado en el Edificio Wanxiang. Salía temprano todos los días y regresaba tarde, por lo que rara vez se veían. Xiahou Lian volvía a llevar una vida sin ataduras. Afortunadamente, ya se había acostumbrado y era capaz de divertirse por sí mismo.

No se había equivocado, Garan tenía puesta la mira en Xie Bingfeng. Los asesinos entraban a la Ciudad de Jinling uno por uno. El patio delantero del Edificio Wanxiang estaba iluminado con profusión, con gente divirtiéndose y bebiendo, un paraíso en la Tierra. En el patio trasero, los asesinos empapaban sus sables en licor, las inexpresivas máscaras de porcelana blanca en sus rostros bañadas por la luz naranja de las velas. De las Ocho Legiones de Garan, seis estaban aquí. De las dos restantes, uno se había roto el brazo en su último asesinato y se había quedado en la montaña para recuperarse. El otro era su madre, que aún se encontraba en las Regiones Occidentales y de quien no había noticias.

Xiahou Lian se sentía ligeramente intranquilo. Los asesinos de Garan siempre habían actuado solos, como lobos solitarios en un campo nevado. Sin embargo, en el patio trasero estaban reunidos al menos veinte asesinos. En total, el número de asesinos de Garan no superaría los treinta. No se atrevió a hablar fuera de lugar ni a preguntar nada, ya que a los asesinos les importaba poco su propia vida y eran incluso más sanguinarios que una manada de lobos. No le tendrían más consideración solo por ser el hijo del Garuda, y si se sometían a alguien, siempre sería porque esa persona tenía un sable aún más afilado en la mano.

¿A quién más tenían en el punto de mira? Un asesino tenía que matar al menos a una persona, así que tenían que matar al menos a veinte personas. Matar a veinte personas a la vez en la Ciudad Jinling, era una operación que Garan de las Siete Hojas nunca había hecho antes.

¿Por qué el tío Duan lo había sacado de la Mansión Xie antes de que su madre regresara? ¿Era solo porque iban a asesinar a Xie Bingfeng?

Xiahou Lian no podía entender y no podía hacer más que corretear desenfrenado por el Edificio Wanxiang. En pocos días, ya se había familiarizado por completo con la estructura interior y exterior del edificio. Se subió a una viga trepando por un pilar, y luego se balanceó desde la viga hasta el tercer piso. Se coló en la habitación de Liu Ji y robó un par de pendientes de oro de su joyero.

El tío Duan sabía que no era alguien que ahorrara dinero, y últimamente había sido muy tacaño. El poco dinero que le dio no fue suficiente ni siquiera para rellenar los huecos entre sus dientes, y tampoco fue suficiente para los gastos de Xiahou Lian en la compra de bocadillos.

Sonaron pasos desde el exterior de la puerta. Xiahou Lian se guardó los aretes en el bolsillo, se subió al alféizar de la ventana y salió al exterior, aferrándose a la pared. Bajo sus pies estaba el Río Qinhuai, que fluía tranquilamente.

—¿Cómo es que tienes ganas de venir hoy? Creía que te habías olvidado de mí hace mucho tiempo. —Liu Ji se sentó frente a su tocador y miró al hombre en el espejo.

—Últimamente he estado tan ocupado con la acusación contra el eunuco Wei, que he estado dando vueltas como un trompo. Vine a verte en cuanto tuve un poco de tiempo libre. —Xie Bingfeng se acercó a Liu Ji y aspiró profundamente la fragancia de su cuerpo—. Huele tan bien. Mi querida, ¿qué cosméticos estás usando? Huele delicioso.

—Qué cosméticos, es el aroma de mi cuerpo. —Liu Ji resopló y continúo—: ¿Aún sigues pensando en acusarlo después de haber sido degradado a Jinling? ¿Quieres que te degraden a un lugar perdido en medio de la nada? No tendré tiempo para acompañarte.

—Descuida, esta vez los Seis Ministerios, los Tres Departamentos Judiciales y los Veinticuatro Yamen están firmando una carta conjunta, lo que definitivamente derribará a ese eunuco. El día que caiga del poder, volveré a la capital —dijo Xie Bingfeng, sonriendo, con orgullo incluso en el espacio entre sus ojos y cejas.

—¡¿Los Seis Ministerios y los Tres Departamentos Judiciales?! Eso sigue siendo los Seis Ministerios y Tres Departamentos Judiciales de la capital. ¿Qué tiene que ver eso con un funcionario ocioso que se queda en la vieja capital como tú, uniéndose a ciegas? —discrepó Liu Ji.

—¿Qué sabes tú? Mi nombre está en la carta firmada conjuntamente, así que cuando llegue el momento, tendré una parte del crédito. Además, ya he hecho correr la voz para que toda la Mansión Xie se sepa de memoria el memorial al trono, así que si muero, todavía están las ciento ocho personas de la Mansión Xie para llamar a la puerta del palacio imperial por mí. La gente de todas partes alabará mis actos justos, y aunque mi rango oficial no sea tan bueno como antes, mi reputación será mucho mejor. Entonces, ¿qué pasa si soy un funcionario ocioso que se queda en la vieja capital?

Liu Ji resopló y dijo:

—Pescando la fama.

—¡Tú! Tú, mujer, realmente tienes el cabello largo pero poco conocimiento. Mis hazañas vivirán para siempre, y cuando los futuros historiadores registren la historia, seguro que escribirán una palabra de elogio para mí. Realmente eres… —Xie Bingfeng estaba tan enfadado que jadeaba. Cuando vio a Liu Ji sentada elegantemente y erguida, con el rostro como porcelana fina y los ojos como lunas crecientes, se acercó descaradamente y dijo—: No importa, no importa, ¿por qué estoy tratando de razonar contigo? Cuando obtenga el edicto para regresar a la capital, compraré tu libertad y te llevaré conmigo. Cuando llegue el momento, conocerás los beneficios.

Liu Ji se alegró y dijo:

—De acuerdo, estaré esperando, será mejor que cumplas tu palabra.

—Por supuesto. —Xie Bingfeng besó a Liu Ji y dijo—: Esa vieja bruja en casa ha estado vigilando de cerca estos últimos días, así que debería irme. Vendré a verte la próxima vez.

—Deprisa, deprisa, cuidado con que se te incendie el trasero. —Liu Ji agitó su abanico, ahuyentándolo.

Cuando finalmente se fue, Liu Ji tomó un pañuelo y se limpió la cara, diciendo con resentimiento:

—Viejo, la catástrofe es inminente y aún no eres consciente de ello. Ordenaste a toda la mansión que memorizara el memorial al trono de corazón, así que Wei De va a exterminar a todo tu clan. Todavía te complaces a ti mismo, teniendo grandes sueños de pasar a la historia, ¡qué ridículo!

Xiahou Lian se aferraba al borde de la ventana, y al escuchar la conversación, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Esperó a que Liu Ji saliera de la habitación y luego regresó con cautela.

La palabra «exterminar» pesaba sobre su corazón como una losa. Estaba tan preocupado que incluso olvidó cómo bajar las escaleras.

¿Exterminar? ¿Cuándo iban a hacerlo? ¿Cuándo abandonaría Xie Jinglan la Mansión Xie? ¿Habría forma de evitarlo? Xiahou Lian daba vueltas por la habitación, presa de la ansiedad, sin saber qué hacer.

¿Cómo podría salvar a Xie Jinglan y a la tía Lan solo con su poder? Además, estaba Lan Xiang de la sala de estudios, esa niña que hablaba todo el día sobre Lian-gege. ¿Cómo podría sacar a todos?

Una manera, una manera, se preguntaba a sí mismo para darse prisa y pensar en una manera.

—¡Xiao Lian! —El tío Duan golpeó suavemente la cabeza de Xiahou Lian por detrás y le dijo—: ¿Qué estás haciendo aquí vagando? Vete rápido a tu habitación a descansar. El patio delantero está hecho un desastre, no te quedes aquí mucho tiempo.

Xiahou Lian levantó la mirada y vio el rostro oscuro de tío Duan. Él dijo:

—Tío, ¿no has estado tratando de convencerme siempre de no convertirme en un asesino?

—¿Ah, entonces ya tomaste una decisión? —El tío Duan frotó la cabeza de Xiahou Lian—. No hay nada de malo en criar gallinas y patos en la montaña. Nuestra montaña es tan grande que tendrás espacio más que suficiente para despejarte toda la vida.

Hace tiempo que me cansé de jugar en ella, pensó Xiahou Lian con desdén. Le dijo al tío Duan:

—Sobre el asesinato de esta vez, llévame contigo y déjame ver un campo de matanza real, y entonces tomaré una decisión.

—No. —El tío Duan lo rechazó sin siquiera pensarlo.

—¡¿Por qué?!

—¿Por qué qué! Con tus brazos y piernas flacas, si te doy un sable, ni siquiera podrías matar a un cerdo, ¿y aún así quieres matar a una persona? Cortar flores y cortar leña es más lo tuyo. ¿Qué pasa si te pasa algo? ¿Cómo quieres que se lo explique a tu madre?

—No voy a matar a nadie, solo voy a observar desde el lado —dijo Xiahou Lian—. ¿No vas a exterminar todo el clan Xie esta vez? Solo voy a mirar. Si no me dejas experimentar un verdadero campo de matanza, ¿cómo puedo tomar la mejor decisión?

El tío Duan se estremeció y rápidamente tapó la boca de Xiahou Lian.

—Pequeño bribón, ¿dónde escuchaste eso?

Xiahou Lian fue arrastrado por él a un rincón.

—No importa de dónde lo haya oído, ya lo sé de todos modos.

El tío Duan sabía que Xiahou Lian había nacido en el año del Mono. Debió ser que algún asesino no había cuidado su boca y había dejado escapar algo, y Xiahou Lian por casualidad se había escondido cerca.

Reflexionó un poco antes de decir:

—No es imposible.

Los ojos de Xiahou Lian se iluminaron.

—Tío, llévame allí.

El tío Duan suspiró sin poder evitarlo y dijo:

—Muy bien, escucha, ponte la ropa y la máscara. Cuando estemos trabajando, no corras a lo loco como sueles hacer. En cuanto suene el bloque del templo, sigue a todos y retírate.

Xiahou Lian asintió con la cabeza como si estuviera machacando ajos.

El tío Duan sacó un sable corto de su cintura y se lo entregó a Xiahou Lian.

Era un sable muy desgastado. La vaina de piel de tiburón estaba cubierta de rasguños y los grabados habían acumulado manchas de sangre de un rojo oscuro, dándole una ferocidad oculta. Xiahou Lian desenvainó el sable, y la hoja, tan brillante como la nieve, reflejó sus ojos y cejas.

El tío Duan dijo:

—Si tienes la habilidad, puedes matar a algunas personas para probarlo. Después de matar a alguien, comprenderás que ser un asesino no es tan divertido. Si quieres convertirte en el mejor asesino de Garan, tendrás que forjarte en un sable; para forjarte en un sable, tu corazón primero debe endurecerse como el hierro.

¿Cómo podría un corazón hecho de carne convertirse en hierro? Xiahou Lian volvió a guardar el sable en la vaina y se obligó a sonreír.

—Entiendo. ¡Solo espera y verás!


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